1 También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.
2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,
5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita
Hoy quiero compartir con ustedes una reflexión profunda sobre un pasaje de las Escrituras que resuena con especial fuerza en estos tiempos: 2 Timoteo 3. Este libro, una de las últimas cartas del apóstol Pablo, nos ofrece una visión profética de los desafíos espirituales que enfrentaríamos en los "últimos días". Como adventistas del séptimo día, con nuestra comprensión de la profecía bíblica, estas palabras adquieren una relevancia aún mayor.
En 2 Timoteo 3:1-5, Pablo nos advierte: "También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita."
¡Qué descripción tan precisa de muchas de las tendencias que vemos hoy en el mundo! El egoísmo desenfrenado, la codicia insaciable, la falta de respeto, la ingratitud y el desprecio por lo sagrado son males que se han intensificado en nuestra sociedad. La lista de Pablo es un espejo que refleja dolorosamente la condición del corazón humano cuando se aparta de Dios.
Como creyentes, y especialmente como adventistas que vivimos a las puertas del regreso de nuestro Señor Jesucristo, esta advertencia debe resonar en nuestros corazones. No podemos ser ingenuos ante la realidad del pecado que nos rodea. Debemos estar alerta y discernir los espíritus, examinando si son de Dios (1 Juan 4:1).
Pero la Palabra de Dios no solo nos advierte, sino que también nos ofrece esperanza y dirección. En contraste con la descripción sombría de los últimos tiempos, Pablo le recuerda a Timoteo la importancia de las Sagradas Escrituras en los versículos 14-17: "Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra."
¡Qué promesa tan poderosa! En medio de la confusión y el engaño, la Biblia se presenta como nuestra guía segura, nuestra fuente de sabiduría y nuestra herramienta para crecer en la justicia de Cristo. Desde nuestra niñez, hemos sido instruidos en estas verdades, y ellas tienen el poder de transformarnos y prepararnos para la venida de Jesús.
Como adventistas del séptimo día, valoramos profundamente la Palabra de Dios. Creemos que es la autoridad final en todos los asuntos de fe y práctica. Estudiamos diligentemente sus páginas, buscando comprender las profecías que anuncian el pronto regreso de nuestro Salvador y esforzándonos por vivir de acuerdo con sus principios.
El llamado de 2 Timoteo 3 es claro: en estos tiempos peligrosos, aferrémonos con firmeza a la verdad de las Escrituras. Evitemos las actitudes y los comportamientos egoístas y mundanos descritos por Pablo. En cambio, busquemos cultivar los frutos del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23).
Que este pasaje nos motive a un estudio más profundo de la Biblia, a una vida de mayor consagración y a una proclamación valiente del mensaje de los tres ángeles en este tiempo del fin. ¡Maranata! ¡El Señor viene!