5-Preparación para el juicio

Canaan Quibdó
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5-Preparación para el juicio

Preparación para el juicio

E n Apocalipsis 20: 11-15 se nos presenta el gran y solemne día cuando comienza el juicio. En aquel día los libros serán abiertos y los muertos serán juzgados según lo que esté escrito en ellos. Al ver a la gente corriendo de un lado a otro en nuestras ciudades, con sus afanes, me pregunto si alguna vez han pensado en el día de Dios que está por sobrevenir. Todos nosotros deberiamos vivir pensando en la llegada del gran dia que pronto nos sobrecogerá. Los habitantes del mundo antiguo recibieron durante ciento veinte años un mensaje de advertencia,pero no quisieron escucharlo. Por tanto, se apartaron del mensaje de verdad que Dios les envió. Les convenía haber prestado atención a dicho mensaje a fin de encontrar refugio ante la venidera tormenta de la ira de Dios.


Sermón presentado en Orebro, Suecia el 27 de junio de 1886.Manuscrito 6a,1886.

Un registro permanente

Somos conscientes de que un registro de todas nuestras acciones asciende diariamente al cielo? Si prestáramos atención a nuestros actos y si tuviéramos presente el temor de Dios, nuestras vidas serían mejores de lo que son. Estamos a prueba en este mundo, estamos siendo juzgados, Dios nos está probando, nos está examinando a fin de confirmar los caracteres que estamos desarrollando. Los ángeles de Dios son enviados desde el cielo para sopesar nuestro valor moral.Asimismo, nuestro Padre celestial nos ha entregado una solemne advertencia con el objetivo de que nos preparemos para el día del juicio final. Nos ha pedido que velemos y oremos para que cedamos a las tentaciones que nos rodean.Nos ha recomendado:《Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí» (Juan 5: 39).

Es nuestro privilegio entender las grandes responsabilidades que Dios ha colocado sobre nosotros, para que no estemos en tinieblas respecto a lo que vendrá sobre nuestro mundo. No podemos darnos el lujo de enfrentar aquel día sin estar preparados. Al pensar en el gran y solemne acontecimiento de la venida de Cristo en las nubes de los cielos con gran poder y gloria, deberíamos humillarnos ante Dios, no sea que nos apartemos de la gracia divina y se demuestre que no somos dignos de la vida eterna. Cuando vemos que el mundo se entrega a la búsqueda de placeres y a la indulgencia del apetito, deberíamos llorar entre la entrada y el altar, clamando: «Perdona, Jehová,a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad" (Joel 2: 17). 

Vemos que la mayor parte del mundo ni siquiera piensa en ese gran día,y que a muchos no les interesa escuchar nada al respecto. No obstante,tendremos que hacerle frente al registro de nuestras vidas. Debemos recordar que hay un testigo de todas nuestras obras. Un ojo semejante a una llama de fuego contempla todas nuestras acciones.Nuestros pensamientos y las intenciones y propósitos de nuestros corazones están al descubierto y sujetos a la inspección de Dios. Asícomo los trazos que marca el artista, de la misma forma son re-producidos nuestros caracteres en los libros de registro del cielo.

Preguntamos: «zCómo habrá sido evaluado nuestro carácter ante la vista de Dios? Estamos preparando nuestras almas para ese gran escrutinio, para obtener las vestiduras blancas de un carácter puro en aquel dia?». No podemos ceder al pecado y a la iniquidad, no debemos ser considerados como transgresores de la gran norma moral de justicia divina.

La ley como norma divina

Si Dios no tuviera una ley como principio moral, por la que cada caso ha de ser evaluado, no habría juicio y, por lo tanto, los seres humanos no podrían ser juzgados. Si no hemos sido hallados en armonia con las normas de Dios en esta vida,tampoco estaremos en armonia con sus requisitos en la vida futura.

Qué excusas tenemos en este momento para no actuar en conformidad con las leyes del gobierno de Dios? εY qué pretexto podremos dar en el día del juiciopor la desobediencia a sus mandamientos? Acaso dirás: «Todo el mundo desobedecía la ley de Dios, y pensé que no yo no era el único». En aquel día esa excusa no será aceptada. Podemos presentar excusas ahora, pero no nos atrevere-mos a presentarlas ante el Juez de toda la tierra. Tan pronto como los libros sean abiertos y loscaracteres que están escritos allí sean sacados a la luz,toda boca será cerrada, porque su culpabilidad les será claramente manifestada a ellos así como a Dios. Entonces todos verán en qué se apartaron del camino recto,discernirán la influencia que tuvieron sobre sus semejantes al desviarse de la justicia divina, y apartarlos de los caminos de verdad y de santidad. Aquel día todos entenderemos exactamente qué hicimos para deshonrar al Dios del cielo violando su ley.

Todos los que resuciten cuando Cristo vuelva en las nubes del cielo, y losque estén vivos, acudirán ante el tribunal de Cristo. Los hechos y acciones que pensábamos habían sido realizados en secreto, donde ningún ojo podía verlos,serán dados a conocer. Un ojo vio y registró todos los actos realizados por los seres humanos.

Pesado has sido en balanza

Cuando Belsasar celebró su gran fiesta hubo un testigo que él no pudo ver.Estaban bebiendo vino, disfrutando de una suntuosa celebración, adorando a dioses de plata y de oro y ensalzando su propia sabiduría. Pero precisamente en  la pared que se hallaba frente al rey, una mano no humana escribió terribles palabras que pusieron de manifiesto la verdadera condición del monarca.Llegó el mensaje: «Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto». En este momento el Señor se encuentra en el santuario evaluando los caracteres de todos los seres humanos. Las acciones de aquellos que son negligentes e indiferentes, y que están prestos para transitar las sendas del pecado e iniquidad, están siendo anotadas en los libos del cielo.

El Dios del cielo nos ha dotado de raciocinio y capacidad intelectual y desea que los usemos. Nos ha dado un cuerpo para que lo conservemos en perfecta salud a fin de que le rindamos un servicio perfecto. El Señor Dios es un testigo siempre atento a las obras de iniquidad que se comenten en nuestro planeta.cCómo considera a los hombres y mujeres por quienes ha pagado un infinito precio y que rehúsan obedecer sus leyes? Al rehusarse a obedecer a todos los mandamientos de Dios, los seres humanos rechazan ser salvados de la manera en que el Señor lo ha indicado.

Educando a los jóvenes

Hay jóvenes en esta gran ciudad, en nuestro medio; pero zaprecian ellos la capacidad que Dios les ha concedido para que puedan servirle en pago por todo lo que él ha hecho por ellos? El futuro de la sociedad está cifrado en los jóvenes.Algunos se proponen metas elevadas, como José. Han decidido mantenerse sin mancha en medio del mundo. El Señor del cielo está contemplando a los hijos de los hombres con intenso interés. Qué estamos haciendo? Estamos transitando en las sendas del Señor, como lo hizo Abraham? ¿Estamos enseñando a nuestros hijos a amar y a obedecer a Dios? Deseamos poder educar a los jóvenes que se hallan en el ámbito nuestra influencia dándoles un buen ejemplo. Deberíamos actuar de forma que los consejos y las advertencias que les demos parezcan que provienen de Dios, para que lo que él les ha dicho a través de sus mensajeros redunde en la salvación de las almas.

Pero supongamos que esos jóvenes frecuentan cantinas y beben cerveza, vino y licor.Nadab y Abiú estaban en el servicio sagrado y consumieron vino y licor. La influencia de la bebida afectó su percepción de tal manera que no pudieron discernir las cosas sagradas. Los intemperantes reducen su capacidad de raciocinio, de forma que no pueden distinguir entre la verdad y el error. La gran obra de Satanás para este tiempo consiste en tentar el apetito, a fin de que el error sea equiparado con la verdad. Las facultades de nuestro intelecto deben ser utilizadas para combatir los engaños satánicos. Debemos mantener pura nuestra capacidad espiritual y moral a fin de que podamos discernir la verdad. Dios demanda todas las capacidades y talentos que nos ha confiado,ise los daremos?

El empleo del tiempo

Nuestras hermanas no pueden darse el lujo de utilizar el tiempo que Dios les concede,en cosas sin importancia que no les propor-cionarán fortaleza espiritual,  y que si continúan haciéndolas las alejarán del Señor. La muerte es algo solemne,pero la vida es mucho más solemne. Hay un mundo que permanece en iniquidad a nuestro alrededor, y ¿qué estamos haciendo, como hombres y mujeres que profesan ser hijos e hijas de Dios, para salvar las almas de quienes nos rodean?Dios requiere que le devolvamos mediante un servicio voluntario todos los talentos que nos ha confiado. Pensemos en el día del juicio final, cómo se presentaránuestro caso aquel dia? Nos entristeceremos por haber servido a Dios y guardado sus mandamientos? Dios nos ha dado normas para guiar nuestras vidas a fin de que disfrutemos de su cuidado y protección.

En busca de la salvación

Un intérprete de la ley vino a Cristo y le preguntó: «zHaciendo qué cosa heredaréla vida eterna?" (Luc. 10: 25). Esta pregunta recibió una firme respuesta:«gQuéestá escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo:"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo". Le dijo:"Bien has respondido; haz esto y vivirás"» (Luc. 10: 26-28). Esto significa guardar los primeros cuatro mandamientos que muestran el deber del ser humano hacia Dios, y los últimos seis que muestran el deber del hombre respecto a su prójimo.

Esa es la obra que está ante nosotros. Al alma que pregunta con inquietud: «zQuédebo hacer para ser salva?", sele responde que el camino ha sido señalado.Consiste en amar a Dios por sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.Pregunto, ¿lo estamos haciendo? ¿Estamos nosotros, los que profesamos ser seguidores de Jesucristo, imitando su vida? ¿Estamos siguiendo su ejemplo? Si lo estamos haciendo, tendremos una conexión viva con el cielo y seremos canales de luz para el mundo.

Cristo les dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la luz del mundo [...].Asi alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mat. 5: 14-16).Podría parecer que ustedes han mostrado una gran abnegación y sacrificio al obedecer la ley de Dios. Acaso requiere Dios más abnegación de parte de ustedes que la que él ha mostrado por ustedes para que no perezcan, sino para que tengan vida eterna? ÉI ha señalado el camino,clo seguiremos? Jesús dijo: «He guardado los mandamientos de mi Padre" (Juan 15: 10). Guardarán ustedes los mandamientos de Dios? Él dejó su trono real en el cielo, y cambió la corona de gloria por una de espinas. Colocó sus pies en la senda ensangrentada que lo condujo al Calvario. Nos ha dicho que aquellos que participen con él en sus sufrimientos, serán también hechos partícipes con él de su gloria.

Quizá nunca tengamos que sufrir como él, pero en todo momento hemos de mantener ante nosotros al Autor de nuestra salvación y jamás exaltar el yo. De ningún modo debemos ser orgullosos ni autosuficientes. 

Cristo fue despreciado y rechazado por los hombres. Aquellos a quienes vino a salvar no pudieron ver en él nada digno de aprecio. Si él viniera a nuestro mundo desprovisto de honor terrenal o poder real, &quiénes lo recibirían como el rey de gloria, como la majestad del cielo? Cuántos orgullosos miembros de iglesia se sentirian avergonzados de Jesús y del descrédito que conlleva su aceptación,hasta el punto de no estar dispuestos a seguirlo? jQué amor, qué incomparable amor ha sido manifestado por el Hijo del hombre! Y todo esto lo soportó para llevar consigo a muchos hijos e hijas a la gloria. Quién está dispuesto hoy a ponerse de parte del Señor?

La negación del yo

No podemos esperar hasta el juicio para que decidamos negar el yo y levantar la cruz. No podremos entonces edificar caracteres para el cielo. Es aqui, en esta vida,donde tenemos que tomar partido con el humilde y abnegado Redentor.Es aquí donde tenemos que vencer la envidia, las contiendas, el egoismo, el amor al dinero y el amor al mundo. Es aquí donde debemos entrar en la escuela de Cristo y aprender del Maestro las valiosas lecciones de bondad y humildad. Es aquídonde deben manifestarse nuestras intenciones y fervorosos esfuerzos por ser leales y fieles al Dios del cielo, obedeciendo todos sus mandamientos. De esa manera estaremos preparados para habitar en las mansiones que Cristo ha ido a preparar para todos los que aman a Dios. Jesús dice: «No se turbe vuestro corazón;creéis en Dios, creed también en mi. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros [...] para que donde yo esté, vosotros también estéis» (Juan 14:1-3). Las moradas eternas están siendo preparadas ahora mismo en el cielo. Nos estamos preparando para aquellas mansiones al edificar caracteres puros, nobles y santos?

Todo el cielo está interesado en nuestra salvación. Hay ángeles de Dios presentes en esta misma congregación. Si sus ojos pudieran ser abiertos ustedes verian no solo a los ángeles buenos que están tratando de impresionar los corazones,sino que también contemplariamos a los ángeles malignos cuyo propósito es anular el mensaje de verdad que Dios, en su misericordia,les ha enviado.

Mientras permanezcamos en este mundo no estaremos a salvo a menos que nuestras peticiones asciendan continuamente al Dios del cielo, para que nos guarde sin mancha de pecado. Nuestro Salvador nos ha dicho lo que sucederá en estos últimos días. La iniquidad abundaría, pero quienes sean guiados por el Espiritu de Dios recibirán fortaleza para resistir la corrupción de esta época degenerada.

El ejemplo de Enoc

Enoc caminó con Dios trescientos años antes de ser trasladado al cielo, y el estado del mundo en aquella época no era más favorable para la perfección del carácter cristiano de lo que es ahora. zY cómo caminó Enoc con Dios? Educó su  mente y corazón para creer que estaba en la presencia divina, y cuando lo asaltaba la duda, sus oraciones ascendían a Dios para que lo guardara. Rehusóparticipar en cualquier acto que pudiera ofender a su Dios.Continuamente mantuvo al Señor delante de él. Él oraba: «Enséñame tu camino para que no pueda errar. Qué deseas de mí? Qué haré para honrarte, mi Dios?». Así se mantuvo en todo momento siguiendo su senda y su trayectoria en armonía con los mandamientos de Dios, en la perfecta seguridad y confianza de que su Padre celestial lo ayudaría. No abrigaba un solo pensamiento egoista. Todo estaba supeditado a la voluntad de su Padre.

Enoc representa a quienes estarán vivos cuando Cristo venga, los que serán trasladados al cielo sin experimentar la muerte. Pero si no están dispuestos a hacer la voluntad de Dios, ni a andar en el camino del Señor, sino en seguir sus propios derroteros, entonces ustedes no estarán en armonia con el Dios del cielo.Hemos de orar con David: «Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley (Sal.119:18).Muchos cierran sus ojos para no ver la verdad. No desean ver los defectos en sus vidas y caracteres, y se incomodan si se les menciona algo respecto a la ley de Dios. Con ello demuestran que han adoptado una norma humana,y que su voluntad no es la voluntad de Dios. Anhelamos que ustedes no sean engañados por Satanás, el primer gran adversario de la ley divina. Debemos mantener presente que la ley de Dios es la única norma por la que se juzgará al ser humano.

Una influencia refinadora

Si deseamos entrar al cielo, tendremos que incorporar en esta vida todo lo que sea del cielo. La religión de Cristo jamás degrada a los que la reciben; nunca los rebaja a un nivel inferior. La verdad es siempre elevadora en su influencia y nos exaltará a una posición superior. La religión de Jesucristo tiene una influencia refinadora sobre hombres y mujeres. Cuando la verdad de Dios entra al corazón,comienza un proceso refinador sobre el carácter. Los que son toscos y ásperos llegan a ser humildes, receptivos, siempre dispuestos a aprender en la escuela de Cristo.Lapoderosa espada de la verdad los ha separado del mundo.Después habrá una obra que debe ser realizada con el fin de prepararlos para el templo de Dios. Han de ser labrados, nivelados, cincelados y preparados para las mansiones celestiales.

Aquellos que por naturaleza están llenos de suficiencia propia llegarán a ser mansos y humildes y su carácter será transformado. En el principio, Dios dijo:«Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza».Pero el pecado ha borrado prácticamente la imagen moral de Dios en el hombre. Jesús descendió a nuestro mundo con el propósito de darnos un ejemplo vivo, para que sepamos cómo vivir y observar el camino del Señor. Él era la imagen del Padre.Su hermoso e inmaculado carácter está ante nosotros como un ejemplo que ha de ser imitado.Tenemos que estudiar el modelo y seguir a Jesucristo,entonces podremos incorporar en nuestros caracteres su gracia y belleza. Haciendo esto estaremos colocándonos ante Dios por medio de la fe, recuperando de las huestes 

de las tinieblas el poder del dominio propio y el amor de Dios que Adán perdió.Por medio de Jesucristo estaremos viviendo y observando las leyes de Dios.

Al iniciarse el juicio y al ser abiertos los libros, cada ser humano será juzgado de acuerdo a lo realizado en la carne. Quienes hayan imitado a Cristo en su obediencia a los mandamientos de Dios, serán bendecidos. «Y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras" (Apoc. 20: 12).

Juan también contempló la santa ciudad, la nueva Jerusalén, con sus doce puertas y sus doce cimientos, descendiendo del cielo por mandato de Dios. Se le mostró a Juan aquella ciudad con sus calles de oro transparente como el cristal.Todo el que desee entrar en ella debe ser transformado y santificado en carácter,aquí en esta vida. Las naciones que hayan guardado la verdad entran en la ciudad de Dios, y se escucha una voz, clara y singular:“jBienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida y entren por las puertas en la ciudad!" (Apoc. 22: 14, RVA).

Una corona de gloria inmortal

Allí se colocará la corona de gloria inmortal sobre la cabeza de todo vencedor.Cuán ferviente entonces debiera ser nuestra labor aquí con el objetivo de ganar almas para Jesucristo. No podemos ni por un momento dedicar para nuestro propio placer las energías que Dios nos ha dado. Tenemos que consagrar la vida a nuestro Maestro. Ustedes han de continuar en esta batalla con abnegación y sacrificio. La Palabra de Dios dice por medio de sus apóstoles: «Nosotros somos colaboradores de Dios» (1 Cor.3:9).

A veces nuestra obra puede parecer muy desalentadora, pero si un alma se vuelve de su camino de error para acudir a la justicia, hay gozo en el cielo. El Padre y el Hijo se regocijan en presencia de los ángeles. El canto de triunfo y victoria es entonado y repetido una y otra vez a través de los atrios celestiales.Entonces, por qué no ser sabios, y trabajar para la gloria de Dios en esta vida?《Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad" (Dan. 12:3).Queremos que nuestras vidas aquí sean refinadas, ennoblecidas, elevadas,como la de Jesucristo. Cuando Cristo sea nuestra esperanza de gloria, comenzaremos a abandonar nuestros pecados favoritos, temeremos ofender a Dios y amaremos su ley.

Veo ante mí la adquisición realizada mediante la sangre de Cristo. Cada alma tiene gran valor. El Señor dijo a través de su profeta: «Haré más precioso que el oro fino al varón y más que el oro de Ofir al ser humano» (Isa. 13:12).

Es la verdad divina recibida en el corazón y practicada en la vida lo que hace al ser humano precioso a la vista de Dios. Mientras Juan contempla la hermosa, refinada y purificada multitud que se encuentra alrededor del trono de Dios, el ángel pregunta: «Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido”? Juan responde: «Señor, tú lo sabes».

El ángel añade: «Estos son los que han salido de la gran tribulación; han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios y lo sirven día y noche en su templo. El que está sentado sobre el trono extenderá su tienda junto a ellos” (Apoc. 7: 13-15). Ahora es el momento de lavar el manto de nuestro carácter y emblanquecerlo en la sangre del Cordero por medio del arrepentimiento. Así estaremos de pie delante del trono de Dios ataviados con vestiduras blancas. Hemos de lavar nuestras vestiduras y permitir que se registren nuestros nombres en el libro de la vida del Cordero.

Él nos dice: «Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno, porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Apoc. 7: 16, 17). Deseamos prepararnos para la vida inmortal futura, y queremos decidir hoy: «Pero mi casa y yo serviremos a Jehová”. Este es el momento para que ustedes se entreguen sin reservas a Jesús. Decídanse a preferir a Cristo aunque pierdan todo lo demás. Los mismos obstáculos y dificultades que encontremos servirán para fortalecer nuestra fe al vencerlos, y cada victoria obtenida será registrada en los libros del cielo. Toda buena obra que hagamos a fin de ayudar a las almas a transitar el camino de los mandamientos de Dios, también se registrará en dichos libros .

No permitamos que el enemigo nos engañe. Ha llenado el mundo con sus herejías. Debemos afirmar nuestros pies sobre la Palabra de Dios y entonces estaremos listos para colocarnos bajo los estatutos y mandatos del reino de la luz. Entonces entonaremos la canción de triunfo y redención en el reino de Dios, aunque tendremos que aprenderla primero aquí. ¿Habita Jesús en nuestros corazones? Si lo está, hablaremos de él, lo revelaremos en nuestra vida y carácter, hablaremos de su poder y alabaremos a Dios en nuestros corazones. Un dulce espíritu de mansedumbre será manifestado y el yo será crucificado. Asimismo, la pureza y la santidad se pondrán de manifiesto en nuestro carácter. Yo sé de lo que estoy hablando. Por más de cuarenta años me he dedicado a predicar la salvación a los pecadores, y mi corazón ha gemido por ellos. Dios me ha presentado la gloria del cielo y he recibido una visión de la majestad y la gloria de mi Redentor y de los ángeles de gloria. Era muy joven cuando un médico me dijo: «Vas a morir, no podrás vivir más de tres meses». Fue en aquel tiempo cuando Dios me dio una visión de su gloria, y me dijo: «Ve y comunícale a la gente el mensaje que te daré». Empecé a hacerlo incluso estando muy débil. Apenas podía permanecer de pie.

No había hablado en voz alta durante semanas, pero cuando me vi delante de la gente, el poder de Dios descendió sobre mí. Recibí la capacidad de hablar y hablé con claridad durante dos o tres horas. Sin embargo, al terminar, una vez más perdí la voz. Viajé por tres meses en esa condición y luego el dolor de los pulmones cesó y desde entonces he estado haciendo la obra que el Maestro me ha encomendado. He viajado y trabajado, y el Señor me ha dado fuerzas para continuar hasta el día de hoy. Deseo decirle a todo aquel a quien la gloria de Dios le haya sido mostrada: «Nunca deberás tener la menor inclinación a decir: “Soy santo, estoy santificado”». 


 Después de mi primera visión, no podía soportar la luz muy brillante. Era como si hubiera perdido la vista, pero cuando me acostumbré de nuevo a las cosas de este mundo, pude contemplarlo todo sin problema. Por eso les digo que no deben vanagloriarse diciendo: «Soy santo, estoy santificado». Esa será la prueba más fehaciente de que no conocen las Escrituras ni el poder de Dios. Permitan que Dios sea quien escriba ese dictamen en sus libros si él lo desea, pero nunca deben ustedes mencionarlo. Jamás me he atrevido a proclamar: «Soy santa, no tengo pecado”. He tratado de hacer la voluntad de Dios con todo mi corazón y disfruto la dulce paz del Señor en mi alma. Puedo confiar el cuidado de mi alma a Dios como a mi Creador, sabiendo que él guardará lo que se le ha confiado. Mi comida y bebida es hacer la voluntad de mi Maestro. Ante la cruz de Cristo Y ahora les presento la cruz del Calvario. Si acuden a esa cruz con arrepentimiento y fe, y en obediencia a los mandamientos de Dios, lo harán de la única manera apropiada. Si pierden el cielo, lo perderán todo. Todo lo que deseo es contemplar al Rey en su hermosura. Permítanme escuchar la dulce melodía de su voz, diciendo: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo” (Mat. 25: 34). ¿A quiénes en esta congregación encontraremos allí? Anhelamos verlos coronados en la santa ciudad de Dios. Deseamos que cuando comience el juicio y los libros sean abiertos, ustedes puedan estar firmes, con la gloria de Dios brillando en sus rostros. Si pudiéramos disfrutar de esa vida en la ciudad de Dios, seríamos eternamente benditos. Les advierto: No se opongan a los mandamientos de Dios. Dicha ley es indudablemente la misma que Jehová escribió en el templo celestial; El ser humano puede pisotearla, pero la original está guardada en el arca de Dios en el cielo. En la cubierta del arca, precisamente encima de la ley, está el propiciatorio. Jesús está allí mismo delante del arca intercediendo a favor de la humanidad. Anhelamos que ustedes guarden los mandamientos de Dios y vivan. Procuren la inmortalidad y la corona de vida, y al final obtendrán el cielo. 

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